Thursday, June 16, 2016

Nostalgia francesa

Se concibió este blog de las nostalgias culinarias como un proyecto familiar de dos golosos (una hermana y yo) que echando de menos la comida de nuestra infancia tratamos de recobrar las recetas preferidas para volverlas a preparar, aunque no sea más que en la memoria, y compartirlas con los no menos golosos miembros de la nueva generación familiar.

Nuestro proyecto ha suscitado en una amiga nuestra memorias de su propia infancia en Francia, y al compartirlas con nosotros como un comentario enriquecedor de la experiencia gastronostálgica, lo ha hecho con un texto que no podemos no compartir.

Así, aquí va una memoria gastronómica francesa que, de un modo indirecto, nos lleva a recordar esa cocina de la vecina francesa amiga de la abuela donde gozamos no pocos momentos de aromáticas preparaciones.


1953 en un rincon del norte de Francia

                                                            La blanquette de veau

Agosto. En el patio cuadrado de gran tamaño de la Villa de los Florin, cuatro niños (10, 9, 8 y 7 años), hermanos y hermanas, dos varones y dos niñas, cualquiera que sea el clima, juegan al croquet, un juego al aire libre que el abuelo ha instalado permanentemente fuera de la casa con el fin de que los niños no estén en las piernas de la cocineras para chequear o degustar. Juegan con gusto. Hay una mezcla de risas e insultos:

--Tu, un tramposo de fama! no has atravesado la campana (el nombre para el arco en el medio 'la cloche') lo he visto, has pasado al lado, no es justo.

Al fondo a la derecha se halla el gallinero. El gallo "Coco" majestuoso rasca el suelo dominando su harem. La budleia está cubierta de mariposas. Cerca de la lavandería el olor pimientado de los tagetes casi intoxica el aire.

La ventana de la cocina está abierta, por la cual se filtra un aroma que compite con la fragancia de las begonias, un olor más intenso pero difuso. La nariz de los chiquitos cosquillea.

La mayor que tiene trenzas grita'Blanquette de veau".

Deja el juego y se va hasta la cocina. Cuando abre la puerta un aroma muy suave la recibe. Las abuelas preparan el almuerzo casi en silencio. En su sillón (el sillon de Maman Lea con orejas) la bisabuela está pelando patatas y la otra, Maman Gaby, está mezclando la salsa. El perejil, romero y tomillo cortados del jardín hace 30 minutos por Lucien el jardinero, llena la cocina y los trozos de ternera hierven despacio. Con una cucharita la niña prueba y disfruta. Chupándose los labios se va y regresa al juego de croquet en el jardín, en la hermosa tarde del verano.

Anne-Marie Kittler-Bazelaire

http://estoyhechouncocinillas.com/2015/04/blanqueta-de-ternera-blanquette-de-veau.html

Tuesday, June 7, 2016

Desayunos de día domingo

No era el desayuno una de las comidas más variadas en casa, especialmente el desayuno del domingo. Tenía éste dos características casi constantes: el que se lo servía a la cama y que, tal vez por lo mismo, constaba de solamente la consabida taza de té con leche (con más o menos leche según el gusto de cada uno: a mí me gustaba con muy poca) y la deliciosa y esponjosa tortilla de perejil doblada en dos dentro de un cuarto de marraqueta de pan batido, untadas sus dos tajadas con mantequilla al gusto de cada uno (gustos que, por cierto, como los de la cantidad de leche y azúcar en cada taza de té sabían muy bien y respetaban perfectamente quienes tan cariñosa y deliciosamente nos preparaban el desayuno dominical que nos subían al segundo piso).

Único día en que no teníamos que levantarnos temprano para ir al colegio, porque el sábado se iba a clases por la mañana, los domingos nos quedábamos durmiendo, enredados en las sábanas, hasta a veces tan tarde que el té y la tortilla se nos enfriaban lastimosamente esperando en el velador. Las mejores mañanas de domingo eran aquéllas cuando con los ojos medio cerrados por no despertar del todo, nos comíamos el sandwich de tortilla caliente y el té lo bebíamos también a una temperatura agradable. El resto del sueño matinal, al que volvíamos una vez sabereado el desayuno, era así incomparablemente grato.

Los ingredientes y el preparado de este desayuno son mínimos y básicos.

La taza de té, que en casa fue la acostumbrada al desayuno y las onces, se preparaba, como se ha de preparar toda taza de té digna de beberse: poniendo en la tetera, previamente entibiada con agua caliente, una cucharadita de té suelto por cada taza que se quiere servir y una más para la tetera. Se deja reposar unos segundos el té en la tetera antes de echarle agua recién hervida en cantidad correspondiente. Se espera unos minutos y se sirve. La leche, a temperatura normal, se le agrega al té ya servido en la taza. El azúcar se puede agregar al último.



Para cada tortilla individual se necesita un huevo y una cucharada de perejil picado. Sal, pimienta, mantequilla y poquísimo aceite para el sartén. Un cuarto de marraqueta de pan batido* tostado se usa para el sandwich.

El pan se pone a tostar mientras se bate el huevo con la pimienta y la sal; se le agrega el perejil a punto de poner la mezcla en el sartén caliente apenas untado con muy poco aceite. Se dobla la tortilla antes de que se cueza demasiado y se sirve entre las dos tajadas de pan recién tostado y emnantequillado.

Se la come a dos manos, sin necesidad de usar cubierto.

*http://www.recetasgratis.net/Receta-de-Pan-batido-marraqueta-chilena--receta-11766.html

Thursday, June 2, 2016

Empecemos por el postre





En la casa-quinta de Con Con, la del huerto cercado de membrillos, había plantado el abuelo varias hileras de matas de loganberries* que se encaramaban por el alambrado para ganar más luz, más sol, y madurar esas bayas deliciosas que nos surtían, algunas semanas del año, en tal abundancia que alcanzaba fruta de más para repartirla en cajitas de madera entre parientes y amistades.

Al casi juego que era el cosecharlas, esquivando espinas y saboreando las demasiado maduras que en la cesta estropearían a las otras, se añadían en esos fines de semana, el placer de empacarlas en sus cajas con hojas arrancadas de la higuera señorial y, una vez aseguradas en la parrilla de la bicicleta, pedalear con ellas a cuestas por las calles de la ciudad otoñal ornada de jardines.




A las que se destinaban para la casa, se las convertía a algunas--bajo el control estricto de la abuela--en mermelada y jalea que daban para todo un año de tostadas al desayuno y a la hora del té. Las demás, las más selectas, se servían de postre.

Éste era, el postre, el mejor uso que se les daba.

Ya podía preparárselas con un poco de vino tinto con azúcar flor o, en la mejor de las recetas, empaparlas en crema (Nestlé) batida a mano y levemente endulzada. Postre magistral, inolvidable, de esos almuerzos de domingo del período en que las matas de loganberries de Con Con nos daban la mejor de las delicias en ubérrimas cantidades.


*https://en.wikipedia.org/wiki/Loganberry



Wednesday, June 1, 2016

Primer paso

Acabo de crear este blog en su forma más simple, para empezar. Después veremos qué características queremos que tenga dependiendo de nuestra conveniencia.

El objetivo, como lo sugiere el nombre, es ir recuperando las recetas de la casa, con las que crecimos.

Por el momento quedo a la espera de comentarios y sugerencias para cómo proceder.