En esos tiempos, cuando los alimentos que se consumían dependían de la temporada, varios eran los que se esperaban con anticipación y se celebraba su llegada a las verdulerías y pescaderías. Entre éstos en mi casa producían especial contento las habas, que eran preferidas de mi padre.
Fue el entusiasmo que él ponía al comerlas los que nos llevó a dejar de lado su aspecto guerrero de pedruscos verde militar y probar una, mordida recelosamente de la punta de su tenedor tendido en ofrecimiento dudoso. Probarla y compartir el deleite paterno fue una sorpresa instantánea que nos llevó a esperar cada temporada las habas nuevas y su preparación en las dos formas predilectas de nuestra mesa: frías, en ensalada y calientes en guiso.
La ensalada se prepara con las habas previamente cocidas en agua hirviendo y enfriadas. Se les agrega un poco de cebolla picada en cuadritos pequeños, perejil picado, aceite de oliva, unas gotas de limón y la sal y pimienta que se quiera. Prepararla no toma sino unos minutos.
Un poco más elaborado es el guiso, para el cual se requiere los siguientes ingredientes:
Aceite de oliva
3 tiras de tocino
1 taza de chorizo
1 cebolla
Medio pimiento rojo
2 a 3 dientes de ajo
Media taza de vino blanco
2 cucharadas de salsa de tomate
6 tazas de habas cocidas
Sal y pimienta, optativas
La preparación no tiene nada de complicado:
En aceite de oliva se sofríen el tocino, el chorizo, la cebolla, el pimento y los ajos picados en cuadritos. Cuando la cebolla comienza a verse transparente se añaden las dos cucharadas de salsa de tomate y la media taza de vino blanco. Se sazona a gusto, se le añade un poco de agua si parece necesario. A los diez minutos el guiso está listo. Se lo sirve con una papa cocida de acompañamiento.
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