Wednesday, February 26, 2025

Polenta y pajaritos



No todo recuerdo de comidas de la infancia son gratamente nostálgicos: hay algunas de hace tanto que han dejado un regusto desagradable, como es el caso de una experiencia culinaria perturbadora tenida en casa de un amigo de familia de gastrónomos. Éramos los dos afortunados degustadores de las estupendas recetas de nuestras respectivas cocinas de ancestrales secretos del comer delicioso. 

Hubo, sin embaNrgo, una excepción a lo deleitable. Y fue la muy anunciada “polenta e uccelli” a la que se me invitó, sabiéndome curioso de sabores nuevos, para impresionarme. 

Y de veras me impresionó el convite. 

A la mesa llegó el aplaudido manjar que, de solo verlo, me quitó el apetito.


Sobre la dorada perfección de la polenta yacían en mi plato, como víctimas de una tragedia atroz, los cuerpecitos asados de varios pajaritos diminutos, cuya pequeñez resaltaba lo tremenda que en ese momento me pareció la barbaridad de devorar cuanto ser vivo existe.

Como todo animal carnívoro, nos alimentamos de otros animales sin pensar en lo brutal del ciclo alimentario natural que hace del más débil presa del más fuerte. 

En el caso de la “polenta e uccelli”, delicadeza de la comida del norte de Italia, el débil me pareció demasiado débil y demasiado sibarítico el regusto de comérselo.